Y
si pudieras mantener tu corazón maravillado ante los milagros diarios de tu
vida, tu dolor no te parecería menos maravilloso que tu alegría... Es verdad, pero a veces la verdad puede ser
muy peligrosa, un arma de dos filos. Por un
lado, protege, por el otro destruye.
Es verdad que si mantienes el asombro en tus ojos te sorprenderá saber que incluso el dolor tiene
su propia dulzura, su propio
milagro, su propia alegría. No es menos maravilloso que la alegría misma. Pero lo extraño es que la mujer
siempre es más como un niño, siempre está más
llena de asombro que el hombre. El hombre
siempre va en busca de conocimientos, y ¿qué son los conocimientos? Los
conocimientos son simplemente un medio de librarse del asombro. La ciencia entera está tratando de resolver el misterio de la existencia, y la palabra «ciencia»
significa conocimientos. Y es un
hecho muy simple que cuanto más sabes, menos te asombras y te maravillas...
Según vas haciéndote
mayor, pierdes la sensibilidad para el asombro,
te vas embotando más y más. Pero la razón de ello es que ahora lo sabes todo. No sabes nada, pero ahora tu
mente está llena de conocimientos
cogidos de aquí y de allá, y ni siquiera has pensado que debajo de todo eso no hay más que oscuridad e ignorancia...
Almustafa
no menciona el hecho de que las mujeres siempre permanecen más como los niños
que los hombres. Eso es una parte
de la belleza de las mujeres, su inocencia; no saben. El hombre no les ha permitido que sepan nada. Saben
pequeñas cosas —acerca de
mantener la casa y la cocina y cuidar a los hijos y al marido—, pero esas no son cosas que puedan impedir
que... Esos no son grandes
conocimientos; pueden ser puestos de lado muy fácilmente.
Por
eso, cuando una mujer viene a escucharme, me oye más profundamente, más íntimamente, más amorosamente. Pero cuando un hombre viene a oírme por primera
vez, pone mucha resistencia,
está muy alerta, tiene miedo de que le pueda influir, de que le hiera si sus
conocimientos no se ven respaldados. O, si es muy
astuto, va interpretando todo lo que digo según sus propios conocimientos, y dirá: «Ya sé todo eso, no ha
sido nada nuevo.» Esta es una medida
para proteger su ego, para proteger el duro caparazón. Y a no ser que se rompa el caparazón y te encuentre asombrado como un niño, no hay ninguna posibilidad
de que alcances un estado que
siempre hemos conocido como el alma, tu propio ser.
Esta
ha sido mi experiencia en todo el mundo, que la mujer escucha, y que puedes ver el brillo del asombro en sus ojos. No es algo superficial, sus raíces están en lo profundo
de su corazón. Pero Khalil Gibran no
menciona este hecho, a pesar de que la pregunta la ha hecho una mujer. De hecho, el hombre es tan cobarde que
tiene miedo a hacer preguntas, porque tus preguntas prueban tu ignorancia.
Todas
las preguntas mejores en El profeta son formuladas por mujeres —sobre el amor, sobre el
matrimonio, sobre los niños, sobre
el dolor—, auténticas, reales. No acerca de Dios, no acerca de ningún sistema filosófico, sino acerca de
la vida misma. Puede que no
parezcan grandes preguntas, pero en realidad son las preguntas más grandes, y la persona que puede
resolverlas ha entrado en un nuevo
mundo. Pero Almustafa responde como si la pregunta la hubiera hecho cualquiera, cualquier XYZ, no
está respondiendo a quien pregunta. Y
mi enfoque es siempre que la pregunta real es quién
la pregunta...
¿Por
qué ha surgido la pregunta en una mujer y no en un hombre? Porque la mujer ha sufrido la esclavitud, la mujer ha sufrido la humillación, la mujer ha sufrido la
dependencia económica y, sobre todo, ha sufrido un estado constante de
embarazo. Durante siglos ha vivido
con dolor y dolor y dolor. El niño que crece en su interior no le permite comer; siempre está
sintiendo vómitos. Cuando el niña ha
llegado a los nueve meses, el nacimiento del hijo es casi la muerte de la mujer. Y cuando aún no se ha liberado de
un embarazo, el marido está listo para embarazarla de nuevo. Parece que la única función de la mujer es la de
ser una fábrica para producir multitudes.
¿Y cuál es la función del
hombre? Él no participa en el dolor de la
mujer. Durante nueve meses ella sufre, durante el nacimiento del niño
ella sufre, y ¿qué hace el hombre? Por lo que respecta
al hombre, él simplemente usa a la mujer como un objeto para satisfacer sus deseos y su sexualidad.
A él no le preocupa en absoluto cuáles serán las consecuencias para la
mujer. Y él aún sigue diciendo: «Te amo.» Si realmente la hubiera amado, el mundo no estaría superpoblado. Su palabra «amor»
es absolutamente vacía. Ha estado tratando a la mujer casi como si
fuera ganado.
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